Julia, VI VII MMXVII

Lucy C
2 min readJun 28, 2021

--

Cuando te conocí, ya estabas cerca de la muerte. Te habías roto la pelvis al caer por las escaleras y estabas muy mal. Así que íbamos a visitarte, así es como empecé a oír hablar de ti.

Para llegar a tu casa, tuvimos que dar un largo paseo por Corroios. Pasamos por una curiosa rotonda, muy verde, con el cielo nublado. A lo lejos se veía un conjunto de edificios y casitas con huertos, que se parecían a la ilustración de un libro que tenía, llamado “Granja das Malvas”.

Tu casa apestaba. Tu hija tenía un acuario vacío. En tu habitación había una colección de luciérnagas mágicas de los años 80 y 90. También rosarios e imágenes religiosas. Estaríamos contigo unos minutos y luego tendríamos que irnos para que Irene pueda darte un baño.

De la sala del acuario se pasaba a la cocina, donde había comida para perros por todo el suelo y jaulas con pájaros. Tu hija Irene era la única persona que conocía que tenía animales.

No volví a ver a Irene ni a Carlos cuando moriste. Debía tener unos 14 años y no fui al funeral. Ni siquiera sé si te acuerdas de mí. Un día dijiste que te gustaba más Rosa María que María Ascenção, y pensé que eso estaba mal, pero no quería hacerte daño.

Siempre pensé que tu nombre era muy bonito. Qué bonito, teniendo en cuenta que tu madre se llamaba Inacia. Inácia de Alejzur, un pequeño lugar en el tarrafal del Algarve, con un castillo moro en la ladera lleno de casitas.

Aljezur, una tierra árabe, llena de polvo, arena, maíz y trigo. Inácia de Alejzur, que nunca se casó con tu padre, Manuel de Alejzur, que era un borracho, y cuando se emborrachaba, solía rogar que lo metieran en la cárcel.

Aljezur es un nombre que nadie recuerda.

--

--

Lucy C

Disorderly wordsmith with a cup of tea that never gets cold and the kind of invincible ink that never runs dry.